dissabte, 30 d’abril del 2016

Norma, ley y cannabis. La Ley Mordaza es lógicamente imposible.

PD2: Tras haber hablado con personas que están al cargo de Asociaciones de investigación del Cannabis he tenido constancia de que existen unas tarjetas de socio que suavizan las cosas cuando eres pillado con Marihuana en la vía pública, suavizando pues la lectura de relaciones incongruentes. De todos modos, esto no impedirá que te requisen la sustancia para verificar que ha sido adquirida en tal o cual asociación. En definitiva, que el usuario no está protegido y la adquisición de esta mercancía sigue siendo precaria. Básicamente, se te extrae lo que has pagado pagando impuesto. (Un 47% de impuestos, curiosamente).

Nota antes de empezar: Disponiéndome a iniciar este texto descubrí este pequeño desastre en un artículo del diario ABC. Digamos que me viene muy bien para darle congruencia a lo que hoy voy a exponer aquí. Artículo del ABC . Nota 2: A lo largo del texto se usa el término marxista "Capital Variable" para denotar metafóricamente en son de protesta a la ciudadanía. El capital variable es el obrero que genera riqueza en su relación con el "capital constante" que son los medios de producción mismos.

Este artículo es un amistoso saludo especialmente dirigido a los supuestamente kantianos garantizadores de la ley de éste nuestro gran estado. Pretendo analizar , dejando atrás la ley Cuacuera , la actual y represiva ley de Seguridad Ciudadana (ley Mordaza), establecida en Abril del 2015. Con este análisis aspiro a hacer relucir todas las contradicciones que implica su aplicación restringiéndolo al apartado respecto del consumo de estrupefacientes, en concreto del cannabis. Con ello no pretendo decir que la única importancia que tiene este conjunto de regulaciones se centra en el consumo de estrupefacientes. Desde luego, la Ley Mordaza responde a un contexto de crisis en el que "el capital variable" (O la ciudadanía si eres un consagrado liberal) protesta por su situación en un contexto de crisis, avasallamiento del estado español dentro de una Unión Europea cada vez más unitaria y estatal.


Lo que pretendo expresar a través del análisis concreto del ámbito de la ley destinado a la regulación del consumo del Cannabis es sobre todo la particularidad general que presenta toda la ley en su conjunto: El establecimiento de una Norma que regule las apariencias con tal de que no haya rupturas dentro del pensamiento normativo propio de la ideología hegemónica que favorezcan nuevas formas de relación subjetiva entre colectivos e individuos. Claramente en este punto sería legítimo que me replicaséis de la siguiente manera: ¿Pero es que hay alguna ley que no tenga esta función reguladora,alguna que no parta de una concepción normativa, de un "como tienen que ser las cosas"?. En efecto, un importante número de leyes, casi la mayoría, aspiran a regular la sociedad partiendo del presupuesto de la norma. Lo que es curioso en la Ley Mordaza, sin embargo, es que se centra en la regulación de apariencias. Acabando con la espontaneidad de determinadas protestas, que para no ser sancionadas salvajemente deben pasar por una burocracia reguladora, se le da un valor prioritario al estado como el garante de todos los derechos del ciudadano, cuya palabra es ley y la ley la única ontología admisible. Lo mismo sucede con las okupaciones de viviendas por parte de familias desahuciadas, sanciones para la gente que intente detener los desahucios y una rápida expulsión de una familia normativa y tradicional en las casas okupadas por éstas que se quedaron sin hogar. No es que de modo alguno se explicite este discurso en la ley pero es resultado, he aquí una variedad de estos resultados: Hace mantener como inexistente el existente desacuerdo de la población respecto de como es tratado y significado el tema de la vivienda, como si las multas tuvieran la función de mantener la apariencia y conformidad del capital variable español respecto al estado y a los valores liberal-democráticos, asegurándose así una adecuada ejecución de sus funciones. Favorece el retorno de núcleos familiares a la casa de los "abuelos" , forzando a un extraño retorno a la estructura tradicional de familia en la que los abuelos deben mantener numerosos integrantes de una familia con la pensión, cualquier otra opción inmediata al desahucio como podría ser la adquisición de una vivienda inhabitada hace reaccionar de manera particular al estado. Pues esta nueva determinación de la familia normativa que rompe la norma de la lógica de producción capitalista es un reto y una contradicción a la ideología hegemónica, pues puede ampliar la solidaridad universal y poner en riesgo lo indiscutible dentro del sistema político que se alegra de sí mismo por estar fundamentado en el desacuerdo y en la tensión entre distintos conceptos teóricos y políticos, la democracia liberal. Para hacerme entender, la nueva determinación del capital variable al intentar detener desahucios o romper con las lógicas de producción del sistema económico tiene un efecto semejante al que podría tener un alumno, que cansado del abuso verbal del que hace gala un profesor aterrador ante sus alumnos de tercero de la ESO, al iniciarse la clase, gira su mesa en dirección a la pared opuesta de la pared en la que se halla la pizarra. En este momento ese alumno es una interrogación para el resto de alumnos que temen al profesor sobre cómo han de desarrollarse las relaciones de poder y un ataque político al sujeto del cual emana el poder, que mediante esta acción se evidencia su falta de autoridad en el ámbito moral respecto de aquellos a los que ha de regular.

Es por ello que la Ley Mordaza no es simplemente una ley que regule las personas de acuerdo a una norma de lo que es admisible y de lo que no, sino una ley que fuerza a mantener las apariencias del capital variable con el fin de que no se descubra la pérdida de vigencia de reconocimiento moral del que ya carece el estado. Es interesante observar como la ley evidencia una fórmula de relaciones de poder de la apariencia, una dialéctica de las creencias Zizekiana,

A) El estado , que sabe que ha perdido la autoridad moral de su ejercicio, finge creer que lo que le preocupa no es su autoridad moral e ideológica sino la responsabilidad de proteger a los ciudadanos y establece esta ley.
B) El capital variable finge, demostrándolo en el ámbito de su acción, estar de acuerdo con el Estado,  no rompiendo ya la norma en su acción, dejando de ser una interrogación, dejándose amedrentar por las enormes sanciones económicas.
C) Ninguno de los polos de fuerza cree, pero el sistema de creencias que mantiene la legitimidad del actual estado de cosas favorecida por la legalidad que protege el estado persiste en una apariencia de creencia, en la que no se discute fuera de la norma impuesta por el estado, su poder y vigencia.


Partiendo de este análisis general , a partir de este punto me propongo exponer las conclusiones de la relación dialéctica entre la legalidad vigente de la Ley Mordaza con individuos y colectivos que consumen estrupefacientes, centrándome particularmente en el uso del cannabis en tanto que la relación entre esta sustancia y la ley es muy especial, de este mismo modo finalmente expondré una serie de experiencias personales que me son conocidas con el fin de evidenciar la falta de consenso de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado respecto a cómo deben determinarse ante este fenómeno social. Dicho de otro modo, las representaciones lingüísticas que hacen de sí agentes y capital variable en el contexto de encuentro de autoconciencias y luchas de deseo de reconocimiento.

La principal crítica que debe hacerse de manera ambivalente tanto para la ley cocuera como para la actual legalidad vigente es esta reconocimiento ideológico y universal que hace de todo aquello que no es percibido como normativo y se agrupa universalmente, evidenciando en todas sus singularidades y diferencias, que están afectados universalmente por las mismas lógicas coercitivas. Esto una vez más me conduce a rechazar esta visión política emancipadora propia del pensamiento estructuralista, en particular de Foucault, de la autorepresentación de singularidades colectivas que convergen en una revolución transversal, puesto que estas diferencias narcicistas son inexistentes cómo demuestra la existencia de esta ley, para la cual todo lo disidente de la norma es objeto de su exclusión. No digo que haya de ser el líder sindical. ¿Pero quién ha de ser la voz de ese gran colectivo del que muchos formamos parte, pues? Ese colectivo que es el excluído de la norma , que se escapa de las coordenadas de lo que queda discursivamente establecido como normal, universalmente excluído por las lógicas de producción propias del capitalismo neoliberal, la causa universal de la mayoría de las actuales contradicciones sociales en su actual forma. Para acabar de explicarme adecuadamente en este punto. ¿Por qué establecer tanto en la ley cuacuera como en la actual ley de seguridad ciudadana una naturaleza de su función que excluye tanto a consumidores de estrupefacientes, delincuentes, grupos terroristas, manifestaciones y escraches? ¿Por qué mezclar manzanas, platanos y naranjas en una pizza tropical? Cómo diría el filósofo esloveno Slavoj Zizek, que para ser justos voy a recordar que es un autor completamente en contra del consumo de estrupefacientes, la marihuana es una mercancía curiosa que, de acuerdo a como se aplique su uso y la manifestación del mismo beneficia al Estado y el discurso que sostiene al capitalismo. Por un lado mantiene a sectores de la población en el mercado negro, manteniéndolos en un estado de precariedad legal que les da a estos sectores que podrian ser problemáticos en un estado de tranquilidad y un ejercicio de mantenimiento de las apariencias para no perjudicar su negocio, por el otro, se mantiene alienada a través de este procedimiento a un importante sector de la población, en especial la juventud atraída por el consumo de la sustancia y las implicaciones estéticas y culturales que ofrece.
Desde luego, no estoy del todo de acuerdo con Slavoj en este último punto. Si bien el consumo de estrupefacientes puede y es capaz de ser alienador, muchos colectivos políticos a favor de la legalidad de la marihuana son gente que demuestra a menudo estar formada en derecho, filosofía, en especial política, ética y a menudo con claras nociones en estructuralismo. Si asumimos la ley dialéctica del desarrollo contingente de un fenómeno en su espacio y tiempo (el aquí y ahora hegelianos) los negativos que dan lugar a las condiciones bajo las cuales se desarrollará el fenómeno, no hay una sóla manera de significar el significante flotante del consumo del cannabis, no hay una sola representación posible del sujeto. A menudo el fenómeno demuestra que la marihuana puede ser una contradicción que lleve a la disidencia política. Además, cuando las determinaciones del consumo de cannabis exceden este propósito regulador del sistema, como cuando hay manifestaciones políticas contra la asesina guerra contra las drogas en occidente, en las que se fuma cannabis , o cuando se consume cannabis en un espacio público individualmente se pone en duda la norma con implicaciones políticas, implicaciones que la policia ha de detener, porque pone en duda las normas mediante las cuales el poder regula a las personas.


Lo interesante del ejercicio de esta ley sobre el uso de los estrupefacientes, en concreto de la marihuana, es lo cínico de su aplicación. Es fundamental comprender que la ley de Seguridad Ciudadana legitima a los garantizadores kantianos de la ley a valorar a partir de un presupuesto normativo sobre cómo ha de ser la estética del infractor el grado de criminalidad de éste; Basan en este juicio tanto sí va destinado al autoconsumo o a la venta. Ante esto uno no puede evitar preguntarse ¿Significa que a partir de esta risa totalitaria, de este escudo que habilita unas coordenadas de acción incongruentes, que se van a poner las condiciones para endurecer la norma estética del capital variable? ¿Significa que el carácter conservador del pensamiento hegemónico, este ideal normativo, va a tener más capacidad de regulación? ¿En qué posición puede dejar esta contingencia de la valoración individual del agente a individuos que se identifican con valores estéticos tales como los de la Cultura Reggae, el movimiento hippie, la estética rap o el cabello largo en los hombres? Cómo observarán, la premisa de mi argumento de entender esta ley como una ley de imponer no una norma de regulación de las personas sino una norma que regule la relación de apariencias entre polos de poder se reconoce cínicamente a sí misma en esta prioridad crítica que obtiene el agente kantiano. Para los que sepan algo de historia de España, es sorprendente ver cómo en este país existe una aspiración legislativa que se manifiesta en diferentes contextos como el Franquismo y la ley de Vagos y Maleantes, de legislar sobre la estética de los individuos. Todo ello se inicia con los Borbones en el siglo XVIII con el motín de Esquilache que tuvo lugar en el marzo de 1766 en Madrid, en el que la población se rebeló contra un patrón estético apolíniamente normativo con el fin de presentarse ante el mundo y vigilar a criminales y convictos, una conducta reaccionaria de la Ilustración que ya demostraba en el uso que hacían las monarquías absolutas. Hoy en día parece necesario un motín de Esquilache a nivel estatal, pues lo que parece estar atacando a un sector de la población por su uso del cannabis tiene la forma de norma que regula la estética que debemos tener ante el estado y el mundo, tanto los que consumimos cannabis, como los que no. Es una ley que, a pesar de la singularidad que ataca, tiene una resonancia universal en todo el cuerpo social.


Por último, respecto a la crítica del texto legal. En el apartado número 20 de la Ley explícita la infracción que implica tener de modo alguno en la vía pública algún tipo de sustancia estrupefaciente. Para comenzar, debo afirmar, aún siendo consciente que he cometido delito ya de manera inmediata con el tabaco en numerosas ocasiones cuando he fumado en espacios en los que el consumo no es admisible y en varias ocasiones con la marihuana, que comprendo lógicamente porque no es admisible el consumo de estrupefacientes delante de un colegio ni similares. Mi crítica no va en favor del uso de las sustancias estrupefacientes en estos espacios públicos (yo políticamente considero que muchos espacios públicos no habrían de ser objeto de esta censura, particularmente de acuerdo a contextos de horario), algo que no sería propio de mi que soy racional y sé valorar éticamente: Mi crítica va en dirección a desacreditar la lógica de la tenencia en vía pública como delito. Ojo a la contradicción que impone la lógica de la ley:

A) Tienes permitido acceder a clubes sociales centrados en el consumo del cannabis, clubes en los cuales no se puede consumir marihuana por la legalidad vigente siendo éste un local, pero en los que puedes adquirir la sustancia.

B) Tienes un espacio en el cual es legítimo el consumo, que es tu casa; Desde el local dónde adquieres el producto hasta que llegas a tu casa cometes un delito, el de tenencia en vía pública.

Ante esta tensión irresoluble uno no puede hacer otra cosa que percatarse que uno de los argumentos más concurridos contra la ley que regula el uso de estrupefacientes, que es la masiva recaudación del estado en un momento de déficit elevado es legítima, Esto se evidencia en tantos otros ámbitos como la incorporación masiva de radares en las carreteras del estado. Hay una contradicción legal que debería forzar a la autodestrucción de la ley por la incongruencia de su resultado a partir de todas las premisas legales dentro y fuera de esta ley concreta singular. La ley Mordaza se caracteriza por haber elevado las multas por infracciones y delitos a sentencias a muerte, tanto en el ámbito del consumo de cannabis como todo lo demás que es objeto de su regulación.


Hasta este punto este es mi desarrollo crítico sobre el tema, lo que no significa que haya cosas que no sean dignas de mención: El consumo pasivo del cannabis puede implicar la retirada del carnet o la reducción de puntos como infracción. Da igual que el cannabis salga de la sangre al mes, lo que se traduce en un estado mental adecuado en la que el cannabis sigue estando en la sangre, da igual que no consumas pero hayas respirado el humo del cannabis. Si se te hace la prueba y existe evidencia de que tienes esa sustancia en sangre puedes ser objeto de una sanción. ¿Hasta qué punto la criminalización paternalista ha de perjudicar la vida y calidad social de todo el cuerpo social? ¿Es legítima esta aspiración paternalista del estado en nosotros, quienes somos la causa sustentadora de éste?

Por último, expondré varios ejemplos basados en descripciones de experiencias vitales.
Partamos de tres sujetos que me son conocidos. El primer sujeto le fue retirada toda la sustancia y no se le puso aviso alguno. Estaba plenamente convencido de qué le pondrían una multa de 300 euros como todo su entorno informaba que así sucedía en el contexto urbano en el que se hallaba. Se le retiró todas las sustancias estrupefacientes y se le pidió que no se repitiera más en tanto que existía constancia a partir de aquel momento que conocía la ley. En todo momento el encuentro de autoconciencias se desarrolló con normalidad y no hubo perjudicados. Todo ello en el contexto de una fiesta popular.

El segundo sujeto tuvo la siguiente experiencia: Hallándose también en el contexto de un núcleo urbano en una festividad local, el sujeto se apartó con algún amigo y consumió cannabis alejado de cualquier punto en el cual pudiera ocasionar una molestia. Fueron interpelados por la policia. Se les hizo soltar toda la mercancia en el suelo y aplastarla con los zapatos. Posteriormente se alejaron. No pusieron aviso ni multa alguna.

El tercer sujeto se hallaba en el contexto de un parque por la mañana con un amigo. Fueron interpelados por la policia, que asumieron que habían consumido cannabis cuando simplemente infringian la legalidad respecto de su tenencia. Los agentes al igual que con el segundo sujeto, fueron interpelados con la seriedad discursiva propia de los agentes de cuerpos y fuerzas de seguridad del estado. Un agente de policia mientras otros dos registraban los datos de los sujetos descubiertos por haber cometido un delito, hizo toda una serie de valoraciones falaces sobre la situación. "Si tenías esto aquí era porque antes o después ibáis a consumirlo en via pública, esta es una conducta inadmisible que ha de restringirse". El problema de este argumento, me temo, que es la falta incongruente que tiene la ley por su contradicción existente entre obtención de la mercancía y consumo en espacios legítimos habiendo de infringir la ley en el retorno al espacio legítimo. Se compensa esta falta con una fantasía lacaniana que compensa esta falta de sentido, que es la figura enagenada del consumidor de cannabis como un irreverente que nunca hace un consumo racional y/o moderado. Si no me entienden así, usemos Aristóteles y a la mierda: 

Primera premisa: Tenéis una sustancia ilícita en un espacio público.
Segunda premisa: Es ilegal tener una sustancia ilícita en un espacio público.
Conclusión: Esto se debe a que antes o después ibais a consumirla en este espacio público.

Huelga decir que la conclusión no se deriva de las premisas, el argumento del señor agente era inválido de raíz. El agente no hacía otra cosa que hacer gala de sus prejuicios respecto del colectivo, más que usar la razón para valorar la situación. Lo que estaba ofreciéndole a los sujetos era una falacia ignorante que desconoce las condiciones en las cuales se halla el consumidor de cannabis de acuerdo a la precariedad legal y además se auxilia  en una serie de juicios morales que escudan y fundamentan su percepción basados en fantasías lacanianas que suplen las faltas de su ignorancia. Entre otras intervenciones de las que tengo constancia por parte de este caso fue la intervención lingüística de un otro agente que preguntó si lo adquirido era comprado a "Los negros de (Barrio indeterminado)". Sin querer ser amigo de la ideología multiculturalista, no es propio de un agente que representa al estado este denotar distintos ciudadanos de acuerdo a su raza sino al hecho de que son ciudadanos, no es éticamente acceptable que una persona de su talla disponga de espacios de legitimidad en los que pueda manifestar esta conducta, mucho menos juzgar que los sujetos intervenidos por la policia necesariamente hayan de haber adquirido ilegalmente la sustancia. Esa clase de juicios conciernen al Juez en todo caso y su juicio sobre el tema es legítimo pero ha de ser reservado para sí mismo y no a los ciudadanos a los que supuestamente protegen y no humillan.

Finalmente la experiencia de los tres sujetos se evidencia como diferente en cada caso. En un primer caso, observamos como es el policia el que transgrede la ley requisando la mercancia y no poniendo aviso o multa. ¿Puede afirmarse que la sustancia incautada era para el policia? En tanto que no hubo ninguna multa o aviso que justificase la incautación, y por tanto, que la incautación no podía ser justificado en la institución, sólo se puede entender que el policia se lo quedó. En el segundo caso en lugar de incautar la marihuana y poner aviso se hizo destruir la marihuana. No se puede comprender la lógica de esta acción, que es beneficiosa y maleficiosa a la vez para el segundo sujeto. ¿Quizás bastaba con la fantasía didáctica del paternalismo de estado para fastidiar la fiesta de dos personas que no molestaban a nadie? En el tercer lugar, se hace todo de acuerdo a la legalidad pero se manifiesta conductas clasistas, racistas y juicios morales abiertamente reconocidos que no han de ser manifestados por el agente. ¿Estamos ante una ley cuyas incongruencias hacen imposible una forma universal de aplicación, por tanto, con una jurisprudencia que justifica su aplicación?.

1 comentari:

  1. Un detall: el ministre de la famosa llei de la patada a la porta es deia "Corcuera", cap dels tres cops has encertat.

    Estem totalment d'acord. Aquesta gent està reinventant el franquisme amb aquestes incongruències. Un exemple: Un immigrant, per obtenir un permís de treball li calia tenir un contracte de treball y per tenir un contracte de treball li calia un permís de treball.

    Una abraçada.

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