dimecres, 2 de juliol del 2014

Meditaciones sobre el deseo y el género.

No he tenido unas buenas semanas y por ello no he podido escribir mucho. He recuperado la capacidad de cognitar adecuadamente y ahora me ha apetecido volver.


Hace un rato me he inspirado con una serie de comentarios de la filósofa Judith Butler sobre el género que me han conducido a una reflexión enérgicamente opuesta sobre como el superyo incrementa un superplus en los deseos y determina así la lucha interna que se produce en la persona, entre el animal sin complejos y la conciencia que busca toda clase de medios para la integración del invididuo.

Butler señala , utilizando como ejemplo típicas afirmaciones como "Nunca me pondría un vestido" más allá del simple hecho del género ,pues podrían afirmarlo tanto hombres como mujeres determinados , pretende describir en qué forma se configura en nosotros las las formas en las que aprendemos a , literalmente, actuar como hombres o mujeres.

Un niño o una niña hasta los doce años, quizás no tanto hoy en día, son algo andrógino, su conducta (Que las chicas se dejen el pelo largo, que los chicos jueguen al futbol o les guste el futbol) entre múltiples ejemplos son algo aprendido pero lo reconocemos como parte de nuestra identidad ¿Cómo es esto? Nos damos cuenta de ello cuando descubrimos al invididuo que afirma ME ENCANTA ESTE VESTIDO o AMO ESTE VESTIDO (I LOVE THIS DRESSING AND SO ON) Identifica en un elemento algo de si mismo que colaborará en la afirmación de su identidad, siendo esta algo que se expone hacia los demás.

Aquí no puedo evitar ver ese componente de superplus del gozo de Lacan. Es también lo que deseamos algo que directamente se une a la imagen que damos de nosotros mismos. La manera en la que me sientro atraído por la masculinidad y por roles de conducta que no vienen con nosotros pero son aprendidos desde la infancia. Es precisamente a partir de esta educación que genera esta actuación de la propia identidad definida en roles y etiquetas lo que me conduce a desear algo que en realidad es una extensión del rol que debo cumplir. Estos roles no son sólidos y definidos, cada uno aprende a actuar como un hombre, una mujer, un homosexual, una lesbiana un filósofo o lo que sea de manera diferente y con ideas interiorizadas diferentes por ello hay mujeres maltratadas por sus maridos que desisten de abandonar y hombres que gozan de ese ejercicio de poder sobre la mujer.

No amamos el vestido, sino la idea que tenemos de él. Como decía Marx, un objeto de deseo no era simple mercancia en el mundo capitalista, sino algo lleno de componentes metafísicos.

1 comentari:

  1. No sé molt bé perquè la teva reflexió m'ha dut a pensar en la necessitat de reconeixement que sobretot identifico en els més petits. Potser perquè en algunes de les imatges que uses (com "m'agrada aquest vestit") tenen a veure amb la nostra imatge, la que conscient o inconscientment volem donar, amb la que busquem ser reconeguts, que se'ns valori.

    Ja sé que la teva reflexió va per una altra banda i crec que ja la vam comentar de viva veu.

    Una abraçada.

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