dijous, 23 de gener del 2014

El pecado de ser un romántico.

Me hallo al final de una etapa, o eso parece. No lo sé, es una etapa que quizás durará seis meses o quizás durará un año y medio. Esto todavía no está establecido, pese a una amargante insistencia generalizada a que debe acabarse cuánto antes mejor, fundamentada en una supuesta racionalidad destinada a un mayor aprovechamiento del tiempo propio pero defendida con una pasión lacónica y a menudo también calificable de brutal. Un juego al que no juego y me doy gracias a mi mismo, resumiendo.


Lo que parece indudable de la finalización de esta etapa es que va a acabarse. Algo bastante agradecido, aunque no por ello falto de miedos. Y no de miedos infundados, no, de miedos en general. Resulta que quizás me da más miedo de lo que creo abandonar el nido. Como a todos, te dirán, ya que es mucho más cómoda la anulación de tus sentimientos y emociones ante una situación quizás angustiante en una muchedumbre, pero ni consuela, ni es verdad. También dicen lo mismo con la gente que dice que , al igual que tú, otros muchos como yo están en mi misma situación, bachiller y bla bla bla, algo que es falso. Más de la mayoría tiene clara la dirección que quiere tomar, o como ya les viene impuesta por orden o tradición familiar hasta el punto de la amenaza categórica de no pagar una carrera al vástago, no es precisamente su preocupación en sí. Incluso en mis cercanos veo clara está posición ante la vida, así que, a mi entender esa alineación no soluciona nada y nos pone en un serio problema cuando queremos desahogarnos de esta nausea de un futuro que se nos presenta rápido y que parece dispuesto a deborarnos. ¿Por qué? Falta de comprensión. Te dirán que te complicas la vida pero sin embargo sigues estando en esa perenne situación. Y sueñas con evadirte pero no puedes, es algo que se va a tener que quedar dentro de tí y ya está, a joderse, que los borregos son muchos. En definitiva...

Lo que sí es cierto es que hace una semana encontré de visita por mi actual instituto a Amina. Una chica a la que conocí hace unos años y ha tomado las riendas de su vida. Esta chica, tras muchos años sin saber de ella, ahora trabaja en una birrería en algún lugar perdido de Inglaterra y es feliz, no le hace falta nada más que la aventura de irse. Y la verdad es que, desde la valoración que hago yo de las cosas, la califico de admirable. Admirable por saberse ir, admirable por no tener miedo al cambio, a la comodidad. Quisiera tener ese poder que ella tiene, está dentro de mi en algún lugar. Sin duda, me iría ipso facto a la aventura de ir sin saber nada ni conocer a nadie a otro país si no fuera por la dedicación de mi yo racional y de los racionalistas cobardes de mi entorno a alimentar mi miedo. Porque la culpa no es sólo de ellos, también es mía. Pero ¿Por qué no señalarlos como fuente necesaria de mi miedo? Porque, de todos modos, no estoy diciendo ninguna mentira. Y es que una parte de mi está como loca por sufrir, y está como loca por vivir experiencias, por apostar por acabar con el miedo a la precariedad.



Mis amigos cada vez están más lejos o ya no están, algunos se han largado, otros están demasiado tristes, también los hay que han dejado de ser tus amigos y no te hablan más de de vez en cuando cuando te los encuentras por la calle. Me parece que es normal, quizás el final de este ciclo sea un ciclo en el que todos nos hartamos ya de todos, no lo sé. Pero si es cierto que añoro socializar como antes. La verdad es que la soledad es agradable, de hecho, he estado la mayor parte de mi vida completamente solo, especialmente durante la adolescencia, me he estado cultivando leyendo en internet, en libros, conociendo a gente de otras partes del mundo. Donde hay padres que rechazan un consumo que desde su percepción es excesivo del internet quizás hay también un serio desconocimiento sobre el tema. Dicen que el internet nos atonta pero sin internet yo no sería esa persona interesante y cultivada de 18 años que resulta tan sorprendente a algunos adultos. ¿Cuántos te saben decir que son las religiones abrahámicas de las dhármicas? ¿Las particularidades lingüísticas del Español de Cuba? Pero qué decir de una generación que ni siquiera tiene claro quién era Franco y ni conocen la figura de Primo de Rivera. O los que hablan de Gandhi por inercia identificándolo con un símbolo del bien, por no hablar de la siempre ultra venerada Santa Teresa de Calcuta, amiga de la submisión y la apuesta por mantener el Statu Quo, receptora de premios acompañados de importantes sumas de dinero... En fin, para todos ellos, un aplauso.


Los que conocen a Santa Teresa de Calcuta y la adoran como símbolo de paz son los mismos que, en su excesiva y repugnante mayoría, no conocen a otra santa católica, Bakhita . Una esclava africana cuyo dueño se dedicaba a abusar de su dignidad en la Italia profunda del siglo XIX y XX y fue todo un símbolo contra el inmobilismo. Aunque no estoy aquí ahora muy por la labor de hablar de Santas Católicas.  (Para quién quiera les recomiendo ver un film que se llevó a cabo sobre su vida, independientemente del credo o el no credo del sujeto lector, la película es excelente)


Lo que es cierto del todo es sin duda que hoy, 23 de Enero de 2014, en clase de catalán se ha hablado del ideal y características de los románticos del siglo XIX. Jóvenes pesimista o muy optimistas con un rechazo profundo por las normas y concepciones morales así como su situación en la escala social, que apostaban por un distinto sentido para la vida. Estos jóvenes de origen burgués en su masiva mayoría (los Románticos) soñaban con mundos exóticos o distantes y alejados de éste. Y entonces asiste a mi cabeza la sospecha de si yo tendré algo que ver. Pero ¿A caso soy yo burgués? Quizás hoy en día no pueda entenderse la burguesía como se entendía en el siglo XIX. Quizás resulte más fácil para alguien como yo ahora mismo tal y como he vivido la vacuidad de la vida del joven romántico del siglo XIX. No lo sé. Quizás soy el síntoma, una vez más, de una concepción del mundo que se fue diluyendo en cierta manera en otras formas de entender el mismo. ¿Volverán los románticos? Y hablo de los románticos que no son consumistas. Esto no va sobre Hipsters.

Lo peor de todo es pensar que soy un burgués absurdo que se cree un ente sufridor por excelencia, quizás sí, quizás soy el producto de una sociedad burguesa que puede generar niñatos de clase media que se identifican con aquella filosofía y manera de entender el arte. Pero ¿Qué sé yo de sufrimiento? Es más ¿Qué soy yo sino un mediocre? Mundo atroz es lo que espera a los inocentes y equivocados de la vida como yo.


Pero como en el fondo sé muy bien que no me identifico con este estilo ni con esta concepción del mundo, me consuela pensar que por lo menos no he sido yo quién ha elegido una etiqueta tan patética sino que simplemente esas muchas características, las mencionadas aquí y las que no, me vienen ni qué pintadas. Pero ¿No estoy haciendo un discurso de moral del resentimiento? ¿Realmente puedo rebajar el estatus de los artistas románticos al nivel de la mayoría? No puedo hacerlo. No al menos de la mayoría de ellos, sí quizás de algún gilipollas, pero no de todos ni mucho menos. Son humanos demasiado humanos, generadores de suficiente envidia como para que el señor Tulson publique libros en que los tenga que reducir a nada por su dogmática interpretación de la igualdad ¿Y qué hay de Lorca, cuya empatía lo hacía igualmente sufridor de mujeres, gitanos, negros? Cuidado, aquí no somos todos iguales. Este artista tiene una empatía envidiable, una empatía que algunos, como el mismo Tulson, necesitan envidiar, rebajar. Si se rechaza la imagen de muchos artistas es porque son burgueses o , por lo menos de origen burgués ¿Y qué? La mediocridad duele, los mediocres no aguantan ese carácter excelso. Quizás cuando las filosofías de Nietzsche, Heidegger, Ayn Rand, Foucault hablan de jerarquías están hablando de algo alejado del concepto de Autoridad. Los aristócratas nietzschenianos se enfrentan a los oligarcas burgueses de su época. Ahí dónde uno ve un mensaje polémico por su incapacidad de entender textos sencillos yo veo una verdad categórica...¿Por qué pues, poner al mismo nivel de los mediocres a las almas excelsas? Por muy ricos que estos hayan sido y por muy poco que sepan de la vida. ¿Por qué hay que rebajarlos a la mediocridad? Al nivel de los artistas están todos los perdedores, los huérfanos, los hambrientos, los bondadodes e inocentes... Toda esa gente es gente de alma excelsa. Tanto el niñato burgués como el niño huerfano. Aquí la mediocridad nace del liberalismo atontador y del buenismo socialista cuyo discurso se basa en erradicar la pobreza y con argumentario barato pretenden igualarse al huérfano. ¡No! Y no sólo se igualan al huérfano sino que dicen defenderlo para que sus partidos consigan maquiavélicamente el poder gracias a los engañados. El huérfano no merece un trato tan repugnante.La grandeza quizás es para los que entienden que la soledad está ahí, presente. Huérfanos ricos, huérfanos pobres, artistas ricos, artistas pobres, no va de clases sociales de lo que va la grandeza de algunos seres humanos sino de la grandeza de espíritu. Aquí no son buenos ni los ricos (moral liberal) ni los pobres (moral socialista) ni los submisos (moral católica) Aquí es bueno quién ha sufrido, el humano demasiado humano.

Esta etapa de mi vida se acabará y con ella se acabará también todo lo que siento ahora. Es lo que toca, porque total, el mundo que veo a través de mis ojos no es estático, sino que está en pleno devenir.  Me iré de este pueblo, conoceré a otra gente, otros puntos de vista, otras maneras de entender el mundo, otros amores. Esta vida no se acaba aquí. Ni en un número que evalua cuán capaz soy de memorizar en un fragmento de tiempo un montón de porquería.

2 comentaris:

  1. Comentario de Carmen-

    la peli de bakita me ha dado ganas de verla, ademas que se que tu has hablado mucho de ella . Muy bien post, como todos los que haces. El miedo al cambio es un miedo bastante racional dentro de lo que cabe, pero no tiene que ser un impedimento para llevar a cabo acciones que son de verdad necesarias o deseadas. El miedo y la comodidad nos pueden en esta sociedad y son nuestra esclavitud, por eso tenemos que aprender a deshacernos de una situacion infeliz (pero "estable") para viajar y conocer que es lo que realmente queremos en la vida. El cambio no es malo, a ver si la gente lo entiende. Me ha gustado mucho

    ResponElimina
  2. Si no ho he entès malament el teu discurs se centra en la por a sortir del niu, que també vaig viure en el seu moment, mal que fos amb matisos i de diferències, sense internet, amb un pare prou complex de qui fugir... Però amb tantes o més incerteses de les que puguis tenir tu. Jo diria que és llei de vida. Que d'una o una altra manera la passem tots.

    Si em permets una crítica al teu discurs, et diré que potser li sobra aquest to de bons i dolents, que anomenes mediocres i excels. Tot i que no vol dir que no estigui d'acord amb el que intentes dir, sinó més aviat el que no em sembla bé és com articules el teu discurs. Al final tots som fruit del nostre entorn i de les nostres circumstàncies, i si bé sempre hi ha excepcions i brots de lucidesa, el més difícil es saber reaccionar i anar pel camí complicat i dur que du al cim de la muntanya (com deia el mateix Nietszche en parlar del seu suparhome).

    Malgrat tot he gaudit del teu text i he compartir (i comparteixo) la teva angoixa.

    Una abraçada.

    ResponElimina