dimecres, 5 de febrer del 2014

Los nuevos nosotros.


Empiezo a escribir esto el jueves 6 de Febrero de 2014 a las 4:42 de la madrugada después de haberme despertado hace dos horas. No sé qué me pasa pero después de haberme metido en la cama a las diez de la noche al estarme ya cayendo del sueño, algo totalmente inusual en mi, me despierto a estas horas, no habiendo dormido apenas nada. 

He estado dando vueltas por el pueblo. En vez de estudiar, en vez de hacer algo de provecho, dicen. Y lo cierto es que he visto cosas interesantes. El móvil para bajar al pueblo fue una cita que tenía con unas amigas británicas con las que puedo practicar el inglés un día a la semana o así. Al acabar de tomarnos alguna cosa y a hablar de algún chafardeo sin importancia me disponía a marcharme de nuevo caminando hacia mi casa, a unos diez minutos desde la salida del pueblo, nada grave, hasta que, a punto de salir del pueblo, decido quedarme.

Las gigantes rojas son y fuimos estrellas majestuosas, pude comprovar. Lo pude comprovar en cada niño, en cada larva que atravesaba la pubertad como lo hice yo. Las gigantes rojas son efervescentes, intransigentes, con falta de autoestima, injustos consigo mismos. Las gigantes rojas están asustadas de que nadie las quiera, de que nadie sea capaz de ver ese brillo profundo que emiten. Saben que han crecido y que son un reto a la belleza, a la fuerza y a la majestuosidad. En cada uno de estos chavales, tanto en el que va en patín, como en el que carga todo el día con una mochila llena de libros vaya a dónde vaya, tanto en el gordito como en el deportista, tanto en el más dulce como el más bruto veo yo una gigante roja. Quema hasta el final su helio. Quiere vivirlo todo, saberlo todo. Alguien decide que es muy rápido, quizás sea demasiado lento. Y ya lo dicen los sabios, que cuánto antes cometan los errores antes dejarán de volverlos a repetir. ¿Qué es eso de racionalizar los errores? ¿A que adultos sectarios del mundo se les puede ocurrir tal cosa? El error es un error, viene y se hace necesario hasta que se comprende que no lo es. Así de simple. Cualquier edad es buena para cometer cualquiera de los montones de errores, de que haya tormentas en la superfície de la Gigante Roja, reacciones de helio, tormentas solares. ¿Quién decide las edades que son buenas para equivocarse? Quizás el miedo a la independencia sexual o de acción de los hijos independiente del conocimiento paterno. Si no ando equivocado un tal Freud dijo algo parecido.

He visto a los chavales ir por las calles, sus edades no están tan lejos de la mía, hace nada estaba como ellos, pero estaríamos mintiendo si no dijéramos lo evidente. Se ha acabado. Se ha acabado ser uno de ellos. He sido expulsado, aniquilado, desintegrado, me he convertido en una nebulosa planetaria decadente y triste. Vagando estéril en la nada fértil, cuya esencia no es otra sino convertirse en una enana blanca, cadáver de lo que es una estrella noble y brillante.

 Hay algo de hermoso en las enanas blancas. Nos cuesta mucho negarnos a brillar, por pequeñas y patéticas que seamos. En todas las enanas blancas queda algo de dignidad de cuando la merecimos realmente. Tened misericordia, brillantes propietarios de nuestra alma, que ilumináis nuestros días que nosotros mismos. Hay resentimiento contra las gigantes rojas, a menudo por algunas enanas blancas. Adolecen de no ser grandes, pero nada cambiará su condición, otras enanas blancas entenderán que las gigantes rojas no son sus enemigas sino sus musas y su motor de vida. La nobleza no está reservada al nacimiento sino al pensamiento y a la honestidad. Las normas resentidas son sólo normas que intentan tapar el brillo que es imposible tapar. ¡Sufrid, ohh patéticas y repugnantes resentidas! Se ha acabado vuestro momento, al igual que a mi, y eso no lo va a cambiar nada. Aceptad la fatalidad de vuestra existencia en lugar de intentar crear colores distintos a los existentes. Ningún discurso os dará la razón ni os redimirá. Ningún discurso os va a dar una fuerza mayor a la verdadera, que se halla en vuestro cuerpo, en vuestros brazos, y en la voz que regula vuestros núcleos.

Más curioso es el caso de esos niños cuyos corazones son algo más que gigantes rojas. Son supergigantes rojas. Son soles masivos, extremadamente brillantes, descorazonadoramente hermoso. ¿Quién vence a la belleza de esos gigantescos rayos dadores de vida y generadores de vida? Quizás estén hablando mis dedos de mi amor por Betelgeuse, no lo sé. Las supergigantes suelen tener un destino distinto al resto de nosotros. Su brillo ciega demasiado el corazón del universo así como el buen artista ciega el nuestro, pues el universo es varón con corazón, como todos los varones nobles habidos y por haber. Las supergigantes están llamadas al reto de la Supernova, al reto de explotar infinitas veces, de sacar el veneno dispuesto en ellas. Quieren brillar por si mismas y no aceptan un No por respuesta. Agujeros negros y estrellas de neutrones, esos son los fines de un corazón o herido o libre respectivamente. Los agujeros negros son la atracción a favor de la muerte, las estrellas de neutrones lo son a favor de la vida. Pero ¿Qué es un agujero negro? ¿No es a caso un cadáver en vida que se alimenta de nuestra mediocridad y nos detesta porque al menos nosotros brillamos más que ella cuando en su momento ella brilló más que nosotros? El agujero negro es la nada que acrecienta la nada, es el resentimiento. ¿Os parece mejor el destino de las gigantes rojas que el de las super gigantes rojas? ¿Por qué? ¿A caso no es apetecible ese brutal enfrentamiento a uno mismo?


2 comentaris:

  1. Fa poc en van assegurar que en Stephen Hopkins afirmava que els forats negres no existien...

    No sé molt bé com dir el que vull dir. Potser hauria de dir que no veig com lliguen els dos primers paràgrafs amb la resta, però no és exactament això, potser es que em sembla que li fas fer un salt molt gran al lector.

    La veritat és que m'ha agradat com has lligat el fet de l'evolució estel·lar amb l'adolescència. Fins i tot hi podria estar d'acord i tot, tot i que ja saps que sempre hi ha cosetes que afirmes i que jo matisaria.

    Una abraçada.

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    1. Ho sé. La veritat , que és lletja, cal maquillar-la. Una besada.

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