divendres, 16 de maig del 2014

Segunda crítica a Fukuyama.

Comencemos por el final.
El análisis de Fukuyama en nuestros días no parece muy alejado de la realidad. La Rusia Actual, muy liberal y cuyo control del gas parece tornarse muy importante para el resto de Europa presenta una gran variedad de nuevas ideologías de lo más estrafalarias entre las que se incluyo el Nacional- Bolchevismo, tendencia ideológica que tiene éxito en ciertos sectores de la juventud rusa. Esta nueva ideología mutante y algunos dirían que antinatural (Yo no me atrevería a decir que es muy distinta al simple lenninismo no tanto por mis posiciones ideológicas sino por el resultado evidente que tuvo el marxismo-lennismo en Rusia resumible en Gulags y Caza de brujas a la rusa, en la que escucha música culta o simplemente extranjera era un síntoma de decadencia burguesa para los guardianes de la buena moral soviética.)


En este nuevo marco en el que aparecen estas ideologías también hallamos un conflicto con un alto componente racial, el caso ucraniano que ahora parece ocupar buena parte de nuestros media. Y no es casualidad que en una Crimea rusoparlante una Rusia renovada y poderosa vean una nueva posibilidad de expansión. Y así es, efectivamente, el expansionismo que parecía totalmente desacreditado tras la caída del Tercer Reich ha vuelto ¡Y de qué manera! Así como quién no quiere la cosa vuelve haber confictos en Europa. ¿Fin de la historia?
¿Y si ese mundo bipolar que supuestamente se acabó con la caída del Muro de Berlín es necesario para un buen desarrollo de la economía del mundo desarrollado? Es interesante ver como Rusia y China ahora parecen hacer de contrapunto una vez más al poder estadounidense. Está claro que ahora ya la riqueza no se mide tanto en tierras y en control militar sino más bien en cuestiones económicas, una consecuencia más del desarrollo del capitalismo.
Otra cosa es decir que la superestructura ideológica no es consecuencia del sistema económico sino al revés. Siempre a los que estudian Marx les hace ruído esta idea. ¿Cómo es posible que no sean las distintas sociedades las que eligen su sistema económico en base a una ideología o manera de desarrollarse sino al revés? No olvidemos ,pero, que esas transformaciones económicas vienen de la mano de los propietarios de los medios de producción, y así pues su ideología. Al disponer ellos de los medios de producción y de una plusvalía (otros dirían robo) justificada en su ideología también desarrollan un complejo sistema de propaganda(Media), por el cual pueden transmitirse tanto sus ideas como sus valores y sirven de control social (Las iglesias de antes no son muy distintas a nuestros actuales televisores) .


De hecho, vivimos en un Occidente competitivo, en un Occidente en el que te dicen que arriesgues para ganar, un Occidente que se hace valer de nuevos heroes y símbolos como Steve Jobs. Steve Jobs quizás tampoco sea tan distinto como lo fue San Felipe Neri para la cristiandad; Un símbolo propagandístico de una serie de valores e ideas. Ahora se pueden ver estos símbolos colgados de las paredes de algunos amantes de la tecnología, no son pocos los cristianos que todavía tienen su estampita de San Felipe Neri en la cocina.


¿Qué simboliza Steve Jobs? Simboliza el esfuerzo, la perseverancia, la lucha por superarse, por mejorar, ¿Por qué? Porque esa fue la vida del personaje cuya imagen ha sido magnificada alrededor del globo especialmente tras su muerte. Pero quizás en la ecuación no tenemos en cuenta cuántas otras personas inspiradas por Steve Jobs o por otros personajes relevantes han acabado fracasando fatídicamente. La posibilidad de que uno pueda llegar a ser Steve Jobs son bajísimas pero la superestructura ideológica te somete a la ficción de que no sólo se puede, sino que el hecho de que se triunfe depende exclusivamente del invididuo, redimiendo así el sistema económico. Eso parece conducirnos a poder crear un nuevo tipo de persona, el fracasado, aquel que no ha logrado sus metas. ¿Qué metas? A veces para que un invididuo pueda ser libre o , por lo menos, vivir decenemente parece tener que rechazar drásticamente cualquier sistema de valores que decida estructurar su vida.

A menudo se dice que esta transformación y exportación de la vida burguesa a mayores capas de la sociedad parece una estrategia del sistema capitalista para perpetuarse. En cierta manera, parece que es necesario el conocimiento de la filosofía de Marx para entender la situación actual. Debe de ser aquello que el filósofo no pudo preveer. El triunfo total de los propietarios de los medios de producción mediante el engaño. Lo que sí es discutible de la superestructura ideológica vigente, actual y evidente en nuestro mundo actual es qué pretende hacer el autor restándole importancia. Quizás el autor no sospecha ni por un momento que él mismo está trabajando para esa misma superestructura sin haberse percatado de ello. No ha dejado de haber clases sociales, simplemente su conciencia de clase ha sido anulada, y esto en Occidente, el ejemplo más claro de la existencia de clases sociales es ese 80% de la población mundial que tiene que estar mal para que nosotros sigamos en un evidente letargo del consumismo.

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