dijous, 8 de maig del 2014

Solución extrema contra la alineación laboral.


El estamento imposble
¡Pobre, alegre e independiente!- todo esto junto es posible; ¡Pobre, alegre y esclavo!- también es posible- y yo no sabría decirles a los trabajadores de la fábrica-esclavitud nada mejor: suponiendo que no sientan como una ingominia ser utilizados, como sucede, como tuercas de una máquina y como relleno de la inventiva humana, ¡es horrible que crean que un salario más alto resuelve lo esencial de su miseria, es decir, de su opresión personal!, ¡es horrible que se dejen convencer de que por una potenciación de esa despersonalización en el mecanismo automático de una nueva sociedad la vergüenza de la esclavitud puede convertirse en virtud! ¡es horrible tener un precio, por el que no se convierte uno en persona sino en tuerca! ¿Acaso sois los cómplices de la actual locura de naciones, que quieren, sobre todo, producir lo más posible y ser lo más ricas posible? Vuestro ideal era presentarles la contrafactura ¡Cómo grandes sumas de valor interno se derrochan para tal objetivo externo! ¿Dónde, sin embargo, está vuestro valor interno, si ya sabéis lo que significa respista en libertad, no estáis mínimamente en control de vosotros mismos, os cansáis a menudo de vosotros mismos como de una bebida rancia, prestáis oído al periódico y miráis de reojo al vecino rico, azuzados por el rápido ascenso y descenso del poder, dinero y opiniones, cuando ya no creéis en la filosofía que lleva andrajos, ni en la generosidad de los que nada necesitan, cuando la pobreza idílica, la renuncia al matrimonio y a un oficio, que sin duda sentarían bien a los más espirituales entre vosotros, se han convertido en objeto de irrisión? ¿Y, por el contrario, os llena los oídos la flauta de los cazadores de ratas socialistas que os quieren encelar con locas esperanzas, que os ordenan estar preparados y nada más, preparados de hoy a mañana, de modo que esperáis y esperáis algo de fuera, viviendo, por lo demás, como hasta ahora habéis vivido, -hasta que este esperar se vuelve hambre y sed y fiebre y locura y por fin amanece el día de la bestia triumphans en todo su esplendor?- Ante esto cada uno debería pensar para si mismo ¡Mejor emigrar, intentar ser en regiones salvajes y nuevas señor, sobre todo, señor sobre mi mismo; cambiar de lugar tantas veces como haya signos de esclavitud a la vida: no eludir la aventura y la guerra y en el peor de los casos estar dispuesto a morir: todo menos ese volverse ácido, venenoso, comparativo!.

Ésta sería la actitud idónea: en adelante los trabajadores en Europa deberían declararse, como estamento, una imposibilidad humana, y no, como suele suceder, como algo establecido de una manera un tnato dura y poco práctica: deberían inaugurar en el panal europeo la era de la gran emigración, hasta ahora nunva cista, y a través de esta hazaña del libre movimiento a gran escala protestar contra la máquina, el capital, y la elección que ahora los amenaza, tener que ser esclavo del estado, o esclavo de un partido subversivo. ¡Qué Europa se aligere de la cuarta parte de sus habitantes! ¡Ella y ellos se sentirán aliviados! Luego, desde la lejanía, se reconocerá en las empresas de las columnas de colonos en dispersión cuánta sensatez y cuánta ecuanimidad, cuanta sana desconfianza la madre Europa ha transmitido a sus hijos- estos hijos que ya no aguantaban seguir junto a ella, la anciana amodorrada, porque corrían peligro de volverse como ella tristotona, irritables y viciosos. Fuera de Europa las virtudes de Europa viajarán con estos trabajadores, y lo que en la patria empezaba a degenerar en peligroso descontento y tendencias criminals adquirirá fuera una naturalidad bella y salvaje, y se llamará heroísmo!

¡Así entraría por fin aire más limpio en la vieja Europa, ahora superpoblada y ensimismada! ¡Qué importa que faltaran <<fuerzas del trabajo>> ! Quizá sirviera para recordar que nos hemos acostumbtrado a muchas necesidades desde el momento en que fue fácil satisfacerlas- ¡Habrá que desaprender algunas necesidades! Quizá se importe entonces a chinos, y estos traerían consigo su modo de pensar y de vivir, que corresponde a hormigas hacendosas. Sí, en total, podrían inocular en la sangre de la Europa inquieta e inestable un poco de calma y serenidad asiáticas y- lo que más falta hace- perdurabilidad asiática.

Aurora, Friedrich Nietzsche
Tercer libro aforismo 206.

1 comentari: